
Primero, lo de “vieja y cansada”, que suena a insulto, pero es su modo de autocomprenderse como que se puede leer en sus Cartas al menos desde el año 1574, cuando ella no había cumplido los 58, y lo repitió sin muchas variaciones los años siguientes hasta pocos meses antes de morir, al concluir la fundación de Burgos: “Y si Dios fuere servido, no andar ya más, que estoy muy vieja y cansada (Carta a Dionisio Ruiz de la Peña, 4-6-82, n. 3). Y entre estas dos fechas extremas, varias afirmaciones idénticas o parecidas […]
La ‘prodigiosa’ actividad de una ‘vieja y cansada’ Teresa — Teresa, de la rueca a la pluma
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